DISCURSO POR EL ANIVERSARIO DE LA ESCUELA PROFESIONAL DE SOCIOLOGÍA - UNSA
Por, Randy MIdguar Carpio Rodríguez
6/25/20256 min read
Muy buenas días, distinguidas autoridades universitarias, docentes, estudiantes, egresados y público presente. Es un honor para mí dirigirme a ustedes en esta fecha tan significativa, en la que conmemoramos un nuevo aniversario de nuestra querida Escuela Profesional de Sociología de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa.
Hoy no solo celebramos años de existencia institucional, sino también décadas de compromiso con el pensamiento crítico, la investigación rigurosa y la transformación social. Nuestra escuela, fundada el 24 de junio de 1963, ha sido cuna de generaciones de sociólogos y sociólogas que han contribuido activamente al análisis y mejora de nuestra sociedad.
Desde sus inicios, la Escuela de Sociología ha mantenido un compromiso activo con los grandes desafíos estructurales, culturales y sociales del país. Su rol ha trascendido la formación académica tradicional, convirtiéndose en un espacio de crítica, análisis y producción de conocimiento que dialoga directamente con los procesos históricos y las tensiones contemporáneas.
A lo largo de más de seis décadas, en sus aulas se han debatido procesos de modernización, entendidos como las transiciones estructurales impulsadas por modelos de desarrollo económico, muchas veces impuestos desde lógicas externas, que han generado tanto avances, como profundización de desigualdades. Esta reflexión crítica ha sido fundamental para comprender el papel del Estado, el mercado y la sociedad civil en el rumbo del país.
Asimismo, el análisis de los conflictos sociales ha sido central en su quehacer. Inspirados en enfoques marxistas, estructural-funcionalistas y teorías críticas, los y las sociólogas formados en esta escuela han abordado las luchas sociales desde una perspectiva histórica, reconociendo la agencia de los movimientos sociales y su papel en la transformación de estructuras de poder.
La desigualdad estructural, manifestada en patrones persistentes de exclusión, discriminación y concentración de poder, ha sido otro eje vertebral. El enfoque interseccional ha permitido analizar cómo: clase, etnia, género y territorio interactúan para producir formas complejas de dominación.
Finalmente, las dinámicas culturales han sido entendidas no solo como expresiones simbólicas, sino también como terrenos de disputa política. Las teorías de hegemonía cultural, como las de Antonio Gramsci, han sido clave para estudiar cómo las ideas y valores se disputan en el campo social, configurando imaginarios colectivos y legitimando o desafiando órdenes sociales establecidos. Gracias a esta tradición crítica, la Escuela ha formado profesionales con una clara vocación de justicia social y desarrollo humano, cuya mirada está orientada no solo a la comprensión de la realidad, sino también a su transformación.
Esto no lleva a tener la responsabilidad de trabajar en eventos coyunturales como:
• Conflictos mineros, como en Arequipa y La Libertad: En Caravelí (Arequipa), se ha generado la tensión entre mineros artesanales y la empresa privada, que denunció ingresos ilegales a su unidad minera. En La Libertad, comunidades y rondas campesinas protestaron contra la suspensión de actividades mineras, exigiendo mayor seguridad y participación en decisiones locales.
• Demandas indígenas en Loreto: Diversas federaciones indígenas, exigen ser incluidas en el Fondo de Desarrollo Social del Lote 8 y en procesos de consulta previa. Estas demandas reflejan tensiones históricas por el acceso a recursos y el reconocimiento de derechos colectivos.
• Inseguridad ciudadana y justicia comunal: En regiones como Pataz (La Libertad), la inseguridad ha llevado a que comunidades recurran a rondas campesinas y acciones colectivas ante la percepción de abandono estatal.
• Extorsión y violencia como expresión de exclusión: Cada 19 minutos se denuncia un caso de extorsión en el país. Esta violencia afecta especialmente a comerciantes, transportistas y familias en zonas populares de Lima, Trujillo y Chiclayo y hoy ya en algunas zonas de nuestra ciudad. La impunidad y la desconfianza en las instituciones refuerzan la exclusión social y la desesperanza.
• Retroceso en el progreso social: Perú cayó al puesto 84 en el Índice de Progreso Social 2025. Problemas como el acceso limitado a agua potable, servicios públicos deficientes y baja seguridad personal reflejan desigualdades persistentes, especialmente en zonas rurales y periurbanas.
• Desigualdad infantil y pobreza estructural: Según la ONU, más de 13 millones de niños viven en hogares con ingresos insuficientes. Esto impacta su acceso a educación, salud y oportunidades de desarrollo, perpetuando ciclos de pobreza intergeneracional.
Hoy, más que nunca, el quehacer sociológico es urgente y necesario. Vivimos en un mundo marcado por la globalización, la crisis ambiental, la desigualdad persistente y la transformación digital. En este contexto, la sociología no solo interpreta el mundo: lo interroga, lo cuestiona y propone caminos alternativos.
Como dijo Charles Wright Mills, “la imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas en la sociedad. Esa es su tarea y su promesa”. Esta capacidad de conectar lo personal con lo estructural es lo que hace de nuestra disciplina una herramienta poderosa para comprender y actuar.
En nuestra región, la sociología ha sido clave para entender fenómenos como: la migración, los conflictos socioambientales, la violencia de género y la exclusión social. Desde Arequipa, hemos aportado diagnósticos, propuestas y acompañamiento a procesos comunitarios, institucionales y políticos. Y como bien señaló en su momento, el reto es importante porque hoy el Estado, en todas sus instancias, requiere de mucha participación del sociólogo en la gestión pública. Esta afirmación nos interpela a seguir ocupando espacios de decisión y transformación.
Mirando hacia adelante, la Escuela de Sociología reafirma un compromiso que ha caracterizado su trayectoria histórica: la búsqueda permanente de la excelencia académica y la consolidación de sus procesos frente a una acreditación internacional y la responsabilidad social activa con el país. Estos principios no solo orientan su quehacer institucional, sino que constituyen pilares éticos sobre los cuales se proyecta su futuro.
Fortalecer la investigación, con énfasis en problemáticas sociales contemporáneas, supone una tarea impostergable. Ello implica no solo generar conocimiento riguroso, sino hacerlo desde una mirada crítica y contextualizada, capaz de dialogar con realidades locales y globales. Como señala Santos (2009), se requiere una “sociología de las ausencias”, que visibilice formas de conocimiento y experiencias históricamente excluidas de la academia dominante.
La docencia crítica y situada, por su parte, es vital para formar profesionales capaces de interpelar el orden social desde una perspectiva ética. En palabras de Freire (1996), enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las condiciones para su construcción colectiva, a partir de la reflexión, el diálogo y el compromiso con la transformación, compromiso que pedimos a nuestros estudiantes en el desarrollo de vuestra profesión,
En cuanto a la vinculación con la comunidad, se reconoce que el conocimiento socialmente pertinente nace del diálogo con actores diversos. Es en los territorios, organizaciones y experiencias de base donde los saberes cobran sentido y se reconfiguran. Así, se propone una “universidad extendida” donde el quehacer académico dialogue constantemente con la vida social.
Finalmente, la formación de profesionales críticos, éticos y comprometidos se convierte en horizonte estructurante. La sociología que se proyecta al futuro no puede ser indiferente ni neutral: debe tomar posición frente a las desigualdades, las injusticias y los desafíos colectivos. Esta perspectiva ética no es solo un valor añadido, sino el núcleo mismo del quehacer sociológico en contextos como el nuestro.
Querida comunidad sociológica:
Este aniversario nos convoca no solo a la celebración, sino también a la reflexión profunda. Es momento de mirar atrás con orgullo, reconociendo las huellas que han trazado generaciones de profesionales comprometidos con el país, pero también de mirar hacia adelante con conciencia crítica, sabiendo que los desafíos que enfrentamos nos exigen más que nunca.
Que cada año que pase nos encuentre más unidos en la pluralidad, más reflexivos en la construcción colectiva del conocimiento, y más activos en el diálogo con las urgencias de nuestro tiempo. Como afirma Castoriadis (1997), “la sociedad se hace y se deshace constantemente”; por eso, nuestro compromiso es también con la reinvención constante de la sociología como herramienta de emancipación.
En un mundo atravesado por la incertidumbre, el cambio climático, la desigualdad y las tensiones globales, la sociología debe ser faro: capaz de iluminar las causas estructurales de los problemas y de imaginar horizontes alternativos. Tal como propone Wallerstein (2001), pensar desde las ciencias sociales es rechazar “el pensamiento único” y abrazar la complejidad del mundo.
Y que nunca olvidemos que el conocimiento tiene sentido cuando se convierte en acción transformadora. Somos, como lo expresara Boaventura de Sousa Santos (2010), una comunidad que no solo produce teoría, sino que lucha “por una epistemología del sur”, enraizada en las luchas, esperanzas y saberes de los pueblos. Desde esa convicción profunda…permítanme alzar la voz y decir…
¡Feliz aniversario, Escuela Profesional de Sociología! Que este hito renueve nuestra vocación de justicia, nuestra pasión por el saber y nuestro compromiso con la transformación social.
Mg. Randy Midguar Carpio Rodríguez
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